viernes, 20 de enero de 2012

Análisis de la película en cartelera "El gato con botas".



1.- Ficha técnica:

TÍTULO ORIGINAL: Puss in boots (El gato con botas).

AÑO: 2011.

DURACIÓN: 90 minutos.

PAÍS: Estados Unidos.

DIRECTOR: Chris Miller.

GUIÓN: Brian Lynch, David H. Steinberg, Tom Wheeler, Jon Zack.

PRODUCCIÓN: Joe M. Aguilar y Latifah Ouaou.

MONTAJE: Eric Dapkewicz.

MÚSICA: Henry Jackman.

DOBLAJE ORIGINAL:

Antonio Banderas: El gato con botas.

Salma Hayek: Kitty Zarpas Suaves.

Zach Galifianakis: Humpty Alexander Dumpty.

Billy Bob Thornton: Jack.

Amy Sedaris: Jill.

DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Guillaume Aretos.

PRODUCTORA: DreamWorks Animation.

DISTRIBUIDORA: Paramount Pictures.

PREMIOS:

2011: Globos de Oro: nominada a mejor largometraje de animación.
2011: Premios Annie: 9 nominaciones, incluyendo mejor película y mejor director.
2011: Satellite Awards: nominada a mejor película de animación o mezcla de técnicas.
2011: Critics Choice Awards: nominada a mejor película de animación.

GÉNERO: Animación.

2.- Breve sinopsis:

La película cuenta la historia del gato con botas antes de conocer al ogro Shrek. En esta ocasión emprenderá una gran aventura junto a su amigo el huevo Humpty Dumpty y la gata Kitty Zarpas Suaves, que con la ayuda de unas judías mágicas serán conducidos hasta el famoso ganso de los huevos de oro. Sin embargo, los forajidos Jack y Jill intentarán detener a toda costa sus planes.

3.- Espectadores:

 La película está dirigida a un público familiar (tanto a niños como a adultos). A pesar de que la cinta está calificada como apta para todos los públicos, la seleccionaría para alumnos de segundo curso de Educación Primaria en adelante (7 años).

4.- Valoración estética y ética (cinematográfica):

El filme destaca por su música y coreografía. Especialmente, por el duelo de baile entre el gato con botas y Kitty Zarpas Suaves (minuto 12), y la escenografía final al ritmo del pegadizo tema Americano interpretado por Lady Gaga. Asimismo, la interpretación de Antonio Banderas dotando al personaje del gato con botas de un acento andaluz, le proporciona frescura, gracia y dinamismo en sus actos y palabras. Algo que seguramente otro actor con otro acento diferente no lograría.

Con lo que respecta a los valores éticos que transmite la película destacan la importancia de la amistad y el saber perdonar, frente a la traición, la avaricia y el rencor que demuestra en algunas secuencias Humpty Dumpty.

5.- Valores didácticos:

La película se puede usar en el aula para apoyarse en las diferentes disciplinas, por ejemplo:

- Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural:
conocer las vestimentas, calzado, armas, danzas, edificaciones y materiales de construcción propios de la Edad Media donde se ubica la trama.

- Lengua castellana y literatura: utilizar la cinta para aproximarse a obras relevantes de la tradición literaria para desarrollar hábitos de lectura.

Ejercitar la entonación y la velocidad adecuada, para evidenciar la belleza literaria de los textos.

Resumir el contenido global no sólo de materiales escritos, sino también visuales, teniendo en cuenta su estructura y rasgos específicos con el fin de sintetizarlo convenientemente.

Comprender el sistema de comunicación verbal y no verbal, con ejemplos prácticos extraídos de la película.

- Matemáticas: interpretar y expresar el conocimiento y manejo de los elementos geométricos básicos (círculo, rectángulo, cuadrado, triángulo) con el objeto de aplicarlos a situaciones y contextos de la vida real.

- Educación artística: apreciar las técnicas artísticas (dibujo, pintura, relieve...) a través de los diferentes paisajes y personajes que se presentan en el filme.

- Educación en valores: si queremos tratar algunos valores en clase, en El gato con botas se pueden descubrir los siguientes: la autoestima, el respeto a la diversidad, la gratitud, la alegría, la participación, la amistad, el amor, la familia, la confianza en uno mismo y en los demás, el cuidado a los más necesitados y débiles, la creatividad (bailes, formas de hablar…) y la libertad.

Nota aclarativa.- Los puntos 6 (propuesta de actividades que se pueden realizar en el aula) y 7 (información relacionada con la película o las actividades que se proponen y que pueda ser de interés para el futuro maestro) han sido entregados por e-mail al profesor, con el resto del trabajo.

Elaborado por:

Ángel RV.

domingo, 15 de enero de 2012

Dos de cuentos (II)

Cuento 2.- Seguir la secuencia ordenada de las siguientes palabras para crear un cuento: sonrisa/ valiente/ bailar/ delfín/ gracioso/ saltar/ barco/ arrugado/ llamar/ magia/ divertido/ hablar/ perro/ divertido/ soñar/ columpio/ bonito/ soñar/ coche/ estupendo/ estar/ albornoz/ grande/ llorar/ tienda/ bueno/ olvidar/ oreja/ divertido/ interactuar/ hipnosis/divertido/ querer/ perro/ brillante/ bailar/ hélice/ valiente/ saltar/ clarinete/ gracioso/ llamar/ mar/ arrugado/ hablar/ zapatilla/ divertido/soñar/ pastel/ divertido/ estar.

Aquella mañana Pepiño se levantó y lo primero que vio desde su ventana, fue como la sonrisa del gran Sol había desaparecido de su cara. Sus rayos desprendían una luz tenue, opaca y triste. El aire que se respiraba era de un fuerte olor a incienso, como de muerto. 

Pepiño observó también lo que estaba sucediendo por la Gran Avenida, y se extrañó de ver el comportamiento de los soldaditos de plomo, con cara afligida y arrastrando sus fusiles por el suelo, como si su carácter valiente fuese perdido en una batalla enemiga. Vio también como su amiga Nika, una bailarina experta, había dejado de bailar. Ella que siempre bailaba de un extremo a otro de la Gran Avenida. Incluso el delfín Mako, la mascota del país, ya no hacía nada gracioso. No saltaba de una ola a otra, como habitualmente los tenía acostumbrados. Por si esto no fuera poco, su amigo el barco Brito estaba detenido cerca de la costa, sin apenas moverse de aquellas aguas arrugadas, faltas de energía y vida. Brito ya no tocaba su sirena, para llamar la atención de Mako y así ponerse juntos a jugar y revolotear en el agua… Sí, Pepiño se dio cuenta de que la magia y la alegría propias del País Divertido se habían perdido. Pero… ¿Por qué?

Inmediatamente se vistió y allí mismo en su habitación, habló con su perro Dogo, para saber por qué el País Divertido había dejado de serlo. Dogo le contó, de manera entristecida, que la gran Luna había dejado de soñar, y que había amenazado al gran Sol con no volver a reflejar su esplendor nunca más en el País Divertido. La gran Luna estaba enfadada, porque no la dejaban dormir tranquila durante el día. Decía que había demasiada diversión en aquel país y que no volvería a balancearse ninguna noche con su columpio bonito de color plata. Egoístamente pensaba que si ella no podía ni dormir, ni soñar, ningún habitante podría hacerlo.

Pepiño se apresuró al saber todo aquello. Dio las gracias a su perro Dogo y a su buen oído, por haberse enterado de las molestias que causaban a la gran Luna. Cerró con llave la puerta de su casa y se subió a su coche de Scalextric, un estupendo deportivo de color rojo vivo. Condujo a toda velocidad hasta el Palacio de la Diversión. Detuvo su coche en el jardín. Cogió un monopatín del maletero y fue a toda pastilla hasta la habitación del Rey. 

Allí estaba el rey Salaón. Sentado en su dorado trono real. Llevaba puesto un albornoz grande y de color negro, en sintonía con el estado de ánimo de la gente. Salaón, que ya estaba al corriente de lo que pasaba en su país, no paraba de llorar. Pepiño le preguntó qué podía hacer, para cambiar la situación y que todo volviera a la normalidad. El rey Salaón le recomendó ir a la tienda secreta del Reino, para buscar el objeto de la armonía. Le pidió a su buena y fiel libreta Kreta, que lo acompañase.  

De camino a la tienda secreta, Kreta no paraba de mover sus hojas, sobrevolando la cabeza de Pepiño y guiándole por todos aquellos oscuros pasadizos. Pepiño había olvidado por un momento su misión, hasta que Kreta se detuvo en una de las piedras del muro y le susurró a su oreja: “lee estas divertidas palabras que te muestro en mis hojas fluorescentes y aparecerá ante ti la tienda secreta”. A Pepiño aquello ya le era familiar, propio del País Divertido, y delante de sus ojos Kreta se convirtió en la tienda secreta. 

En la tienda solamente había una mesa blanca y encima un paquete plateado con una nota grande en su exterior que ponía: “objeto de la armonía. Muy frágil”. Pepiño lo cogió con suavidad y salió de la tienda. La libreta Kreta le guió de nuevo hasta la habitación del Rey. Antes de la despedida, el rey Salaón le dijo a Pepiño quién debería interactuar entre el objeto y la gran Luna, dándole sus instrucciones: “protégelo con tu propia vida, desenvuélvelo en la Gran Avenida y entrégaselo al gran Sol antes del anochecer. Sólo él sabrá lo que hacer con él”. 

Pepiño salió caminando del Palacio de la Diversión. En una mano llevaba su monopatín y en la otra el objeto de la armonía. Metió el monopatín en el maletero de su coche y en el asiento de su lado, dejó el paquete plateado. Esta vez condujo más despacio. Al llegar a la Gran Avenida, aparcó su coche y entabló conversación con el gran Sol:

−Aquí tienes el objeto de la armonía (lo desenvuelve con mucho cuidado y se lo entrega). ¡Protégelo con tu vida!

− ¿El objeto de la armonía? −Le responde el gran Sol−. Pero si éste es el yoyó de la hipnosis profunda. 

− El Rey del País Divertido me dijo que tú sabrías lo que hacer con él. Nosotros sólo queremos  que la gente recupere su ánimo alegre.

Al caer la noche, el gran Sol se esfumó, y todo el cielo del país se quedó oscuro. Pepiño se quedó en medio de la Gran Avenida y se puso a contemplarla, sentado en el césped de su jardín. 

Vio a su perro Dogo salir de su casa con una chaqueta y unos pantalones brillantes bailando al compás de una muiñeira. Las hélices del barco Brito empezaron a moverse y a acompañarle en aquel baile. Los soldaditos de plomo se movían por la Gran Avenida con su aire valiente habitual y con sus fusiles apoyados en sus hombros. Mientras tanto, el delfín Mako saltaba de un lado a otro de las vivas olas y jugueteando con su amigo Brito. Nika bailaba al son de un clarinete que un gracioso vecino tocaba por la Gran Avenida. Brito tocó su sirena, para llamar la atención de su amigo Mako. Ahora el mar ya no estaba arrugado. Volvía a recuperar su energía y su actividad de siempre. Pepiño se unió a todo aquel júbilo. Y se puso a bailar con su perro Dogo y su amiga Nika.

El cielo empezó a brillar con un color plata intenso. La gran Luna descendió de un gran columpio plateado y habló a los habitantes:

− Ahora entiendo que yo también soy importante para vosotros. En recompensa a mi cabezonería os regalo a cada uno estas hermosas zapatillas plateadas, para que también me recordéis durante el día. Jamás me iré de este divertido  país. Espero soñar todos los días con vosotros y que vosotros soñéis todas las noches conmigo.

Todos se emocionaron al oír estas palabras y observaron como del cielo llovían pequeños pasteles de chocolate y nata. El País Divertido seguía estándolo igual o más que siempre.

Dos de cuentos (I)


Siguiendo algunas de las técnicas de Rodari, en clase hemos desarrollado dos cuentos:

 Cuento 1.- EL ABUELO SE CONVIERTE EN GATO

Estábamos en el pueblo disfrutando tranquilamente de la verbena de la sardina, hasta que el abuelo se tomó su ración y ¡zaaas! Va y se convierte en gato. La abuela ya decía que no se podía sacarlo de casa, que aquellas verbenas le traían viejos recuerdos. Todos nos pusimos a buscarlo como locos, pero con tanta gente, se hacía una tarea difícil.

Como el abuelo era muy polifacético y ya nos tenía acostumbrados a sus múltiples travesuras, pronto lo descubrimos subido a una carpa y haciendo malabarismos con tres sardinas. La gente se amontonó a su alrededor, pues desde el gato con guantes nunca habían visto nada igual. 

Acto seguido, hizo de trapecista por un cable de la electricidad, pero con su buena vista de cazador, vio a Miki el ratón, su enemigo número uno, y velozmente cayó de pie sobre él. Hacía tiempo que intentaba atraparlo, incluso le había puesto trampas con queso y veneno, pero Miki el ratón era más astuto que las garras del abuelo y siempre huía por los sitios más raros del pueblo. Y esta vez no era menos. Del bolsillo de su pantalón azul, sacó una baraja de póquer, se puso sus gafas de sol y desafió a mi abuelo gato a un par de partidas. Pero antes de que el abuelo barajase aquellas cartas, Miki ya se había fugado de nuevo.

Los perros del tendero Plutón actuaron ahora. Ellos se habían puesto de acuerdo con Miki y le ayudaron a esquivarlo del abuelo gato. Se pusieron como locos, ladrando sin parar y yendo detrás del abuelo. Ellos también le tenían ganas de poner fin a sus trastadas. Se llevaban como perros y gatos. El abuelo les escondía siempre sus huesos y ellos nunca los encontraban. Además, el abuelo siempre que se veía acorralado, sacaba sus castañuelas, su traje andaluz y se ponía a bailar sevillanas. De esa forma siempre los despistaba y acababa subido a la cima de un gran árbol, hasta que los perros abandonaban la cacería por desesperación. Aunque esta vez fue la abuela quien los detuvo y avisó a Plutón para que los encerrase en casa. Éste los castigó en su habitación sin televisión, sin música, sin ordenador, sin juegos y sin comida.

Toda la gente del pueblo estaba alborotada corriendo de un lado para otro con toda la situación vivida, y por fin, la orquesta Juanito Verbenas quiso terminar con aquella pequeña diablura del abuelo convertido en gato. Al cantar “y sin embargo te quiero”, el gato se abrazó fuerte a la abuela y juntos marcaron unos pasos al ritmo de aquella copla.

Cuando la canción terminó, la abuela cogió un vaso de leche y se lo dio de beber al gato, para que no se fuera de su lado. También le proporcionó pasta de malta, que hizo que vomitase las bolas de pelo que tenía acumuladas en su aparato digestivo. Además, vomitó varias espinas de las sardinas que había comido en la verbena. Al ver que el gato estaba pálido, la abuela lo sentó en un banco y le acercó una taza con manzanilla. Y después de beberla… ¡zaaas! Va y se convierte en el abuelo. Fue entonces cuando toda la familia acostumbrada a todas las jugarretas del abuelo, le dijimos al unísono:

− ¡Si es que no se te puede sacar de casa!